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sábado, 11 de octubre de 2008

El Sínodo de la Palabra de Dios

Como hemos podido ver estos días en medios de comunicación y otras fuentes, está teniendo lugar el Sínodo de la Palabra de Dios. Las informaciones que nos están llegando son bastante variadas, dada la cantidad de pronunciamientos que se producen, pero a grandes rasgos podría tratar de resumir que los obispos están haciendo énfasis en dos ideas: La importancia de que las sagradas escrituras sean leídas y entendidas de forma correcta por todos los cristianos, y la consideración de que "Palabra de Dios" no es solo la Biblia.
Entre los participantes en tan importante encuentro está el Obispo de nuestra diócesis de Bilbao, Ricardo Blázquez. Su intervención, que transcribimos aquí ahora, trata sobre este segundo tema, concretamente resalta la importancia de las homilías como eco de la predicación de Jesús, a la vez que señala un método basado en tres preguntas.

- S. Em. R. Mons. Ricardo BLÁZQUEZ PÉREZ, Obispo de Bilbao (ESPAÑA)
La homilía es parte integrante de la celebración eucarística en el día del Señor. Ocupa un puesto privilegiado en el ministerio de la Palabra de Dios; es uno de los servicios más importantes que pueden prestar el obispo y el presbítero a la comunidad de los fieles cristianos.Es oportuno que en la preparación de la homilía, el predicador se haga al menos tres preguntas: ¿Qué dicen las lecturas que van a ser proclamadas en la celebración? ¿Qué me dicen personalmente a mí? ¿Qué debo yo comunicar a los participantes en la Eucaristía? Sin convertir la homilía en catequesis, debe tener un contenido doctrinal claro y vigoroso. Aunque parezca paradójico, el presidente de la celebración es el primer destinatario de su predicación. No es una palabra dirigida sólo a otros, y desde luego no es una palabra lanzada contra otros. El predicador se incluirá a sí mismo, también por la forma de hablar, en las exhortaciones, correcciones y llamadas a la conversión dirigidas a la comunidad.En la homilía convergen la vida de cada persona con sus necesidades y esperanzas y el anuncio de la Palabra de Dios. Existe un trasiego entre vida y celebración que debe facilitar el predicador. La homilía debe ayudar a los oyentes a interpretar la historia a la luz de la muerte y resurrección de Jesús como Él hizo a los discípulos de Emaús.La homilía es un eco de la predicación de Jesús en la Sinagoga de Nazaret. Después de hacer la lectura de un pasaje del Profeta Isaías, proclama: "Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oir" (Lc 4,21). La homilía no es sólo la narración de lo dicho, ocurrido y escrito en el pasado, sino actualización con la fuerza del Espíritu Santo de lo que el Señor dijo e hizo. Lo proclamado como realizado "in illo tempore" e "in diebus illis" se cumple también "hodie". La liturgia de la Iglesia es lugar privilegiado en que las Escrituras son Palabra de Dios para la comunidad.

extraído de zenit.org,

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